La transformación de hábitat ha sido identificada como la principal causa de la pérdida de biodiversidad y extinción de especies a nivel global. Ante ello, los territorios y áreas conservadas por pueblos indígenas y comunidades locales conforman una estrategia privilegiada para evitar la pérdida de diversidad biocultural. Las áreas protegidas suelen ser comprendidas como artefactos políticos que definen territorios con visiones sobre la naturaleza y sobre cómo las sociedades se vinculan con ella. La misma idea de conservación, suele remitir a una idea de naturaleza prístina y estática que debe ser protegida de la amenaza humana. De esa forma, refuerzan la división entre sociedad/naturaleza que ignora procesos de co-construcción entre grupos humanos y su entorno. En contraste, la definición de Territorios y Áreas Conservadas por Pueblos Indígenas y Comunidades Locales trae nuevas luces sobre los procesos de cuidado y protección de la biodiversidad poniendo el acento en el rol que tienen muchas comunidades como “guardianas de la biodiversidad”. Por ello hablamos de diversidad biocultural para referirnos a la evidencia de otras formas de vinculación y relacionamiento con la naturaleza.
Las áreas protegidas se asientan en territorios habitados y han generado tensiones en nombre de la conservación, expulsado a comunidades de sus territorios ancestrales, forzando desplazamientos y limitando el acceso y uso de los bienes comunes. Con eso en cuenta, en las últimas décadas se ha abogado por una conservación que contemple a las comunidades humanas. Así, en el marco de las metas Aichi de la Convención sobre la Diversidad Biológica, se promueve la creación de áreas conservadas que contemplen el rol de las comunidades locales en la gestión y toma de decisiones sobre los territorios.
El Sistema Federal de Áreas Protegidas definió en el Informe Nacional de Ambiente y Áreas Protegidas de la Argentina, 2008-2018 (visitado el 25/10/19) que las áreas protegidas incluyen cada vez más a las comunidades locales, alejándose del concepto tradicional de conservación excluyente de las personas y comunidades. Ante este escenario se presentan nuevos desafíos para diseñar estrategias que contemplen modalidades de trabajo conjunto entre instituciones del Estado y los pueblos indígenas y comunidades locales que habitan en los territorios. Siguiendo la Estrategia Global para la Conservación de la Biodiversidad 2020 que propone la META AICHI N°18 para la consolidación de una Red TICCA en Argentina se deben respetar “ los conocimientos, las innovaciones y las prácticas tradicionales de las comunidades indígenas y locales pertinentes para la conservación y la utilización sostenible de la diversidad biológica, y su uso consuetudinario de los recursos biológicos, sujeto a la legislación nacional y a las obligaciones internacionales pertinentes, y se integran plenamente y reflejan en la aplicación del Convenio con la participación plena y efectiva de las comunidades indígenas y locales en todos los niveles pertinentes.”